El Expreso de media noche
Películas fascinantes
Películas. Noviembre 21 de 2025.
Daniel Cañizares ‐ 2 min de lectura

Texto creado en colaboración entre humano y máquina.
Contiene spoilers pero es sobre todo es un breve recuerdo disfrazado de mini-crónica.
Hay historias que ardieron hace décadas, pero la ceniza que dejaron en el aire quema con sólo acercarse. Expreso de Medianoche, basada en hechos reales, es una de ellas.
En lo más profundo de esas cenizas está el monólogo de Billy Hayes ante el tribunal. La causa de su detención —un intento fallido por salir del país con unos paquetes de hachís durante los peores años de la prohibición— había bastado para sumir su vida en un infierno. No es un alegato de inocencia. Tampoco un reclamo moral. Es algo más elemental.
Lo escuché hablar y sentí que no estaba oyendo un discurso, sino a un hombre cuyo espíritu había sido quebrado. No intentaba convencer. No buscaba simpatía. No quería enseñar nada. Sólo un momento así podía contener la verdad más honesta de toda la película:
“¿Qué es un crimen? ¿Qué es un castigo? Parece que varían de momento a momento, de lugar a lugar. Lo que es legal hoy de pronto es ilegal mañana porque alguna sociedad dice que así es. Y lo que ayer era ilegal súbitamente es legal porque todo el mundo lo hace y no pueden meter a todo el mundo en la cárcel. No estoy diciendo que sea correcto o no, sólo digo que así es.
(… ) Y usted, quisiera que estuviera donde estoy yo ahora y sintiera lo que se siente, porque conocería algo que no conoce, señor fiscal: ¡Misericordia!”
